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Un grande del tango

Publicadas por jagperiodismo@gmail.com
Haciendo – allí por fines del 80’- un programa de tangos en LT 29 Radio Venado Tuerto, pude –felizmente – conocer a un verdadero personaje.
Amigo de la mesa de café, de largas charlas filosóficas y de armoniosa calidad de solidaridad permanente: “Yo vivo ayudado, como no voy a ayudar, Alemán”, me decía en una mesa del club Centenario.
Luego, hubo nuevas visitas y nuevas charlas. Hasta que mi deseo de volar, dejó atrás muchas cosas, entre ellas, la amistad del grupo aquel, que recuerdo y quiero.
Justamente, volviendo a escuchar viejas cosas de mis archivos, me volvió la imagen del negro con su traje a rayitas finas y su cara de bonachón y tipo serio en lo cultural.
El me arrimó a la peña y a sus amigos, caso, Panchito Torres. Fanáticos del tango todos.
Y la verdad, como mucho de él no tenía a mano, tomé parte del material que aparece en la página de Villa Cañas y Teodelina, para recordarlo y presentarlo a muchos.


Julio Gutiérrez Martín
En Teodelina, el 3 de julio, el de 1924, Ramón Gutiérrez y Ana Martín traen al mundo a quién sería para siempre, Julio Gutiérrez Martín, el tercero de cinco hermanos - tres mujeres y dos varones -, que en casos criticarían su forma de vivir, y en otras, lo acompañaban en silencio y con orgullo.
Inspirado en lo que ocurría en esos años de pobreza, a la edad de 17 años, escribe su primer poema trascendente: "Un par de botas".
Cursó el secundario -Perito Mercantil- en un colegio de Junín, en tanto la de cuero no quiso separarse de su empeine: juega al fútbol en el Club Moreno de esa ciudad.
Y tras el sueño de ser futbolista, se va a Buenos Aires. Llevaba consigo, una recomendación que le permite ingresar en el Club Boca Jrs.
Fútbol y poesía siguen de la mano. En ese período, mientras trabaja en el Banco Español, escribe la mayoría de los poemas del libro, dedicado a sus padres y a su pueblo, "Entre hombres" -publicado en el año '69- y otros inéditos.
Se casa en Buenos Aires y tiene de su primer matrimonio un hijo: Julio.
Al poco tiempo cuelga los botines, abandona la actividad bancaria y forma un conjunto musical folclórico -'Huella'-: cuatro voces, tres guitarras y un bombo; él toca el bombo y canta. Con este grupo -que actuó en la inauguración de canal 7 de T.V.- recorre el país y viaja a Brasil y Uruguay. Al finalizar esa gira, se radica un tiempo en Montevideo.
En esa ciudad tuvo un local vinculado con los espectáculos de música y canto.
Vuelve a Buenos Aires separado de su primera esposa; se casa nuevamente y de este matrimonio nacen dos hijos: Pablo y María Luz (el varoncito fallece estando ya, otra vez, separado y viviendo en Teodelina).
Siempre escribe, pinta y talla. La mayoría de sus tallas y cuadros los regala; sólo conserva una talla de su hijo Pablito.
Durante dos años, en que vive momentos difíciles, se radica en Carlos Paz; luego trabaja de conserje en un club de Buenos Aires. Su estancia en esa ciudad lo contagió de su magia tanguera, que lo inspira para escribir su primer tango: "Escuela de tango", y mutar el vocabulario gauchesco por el decir ciudadano.
En julio del '72 regresa a Teodelina; a partir de esa fecha crea el resto de sus letras de tango: "Para vos canilla"; "Mi bandoneón y yo"; "Cuando estemos viejos"; "El pibe"; "Cantor de pueblo"; "Tiene los ojos tuyos"; "Con este corazón tengo problemas"; "Mi viejo es amigo mío"; "Arrancar de cero";...
En marzo del '74 funda su tanguería "Peña de los 20" junto a un grupo de amigos. También, por esos años, realiza en su pueblo una muestra de sus cuadros, veintidós óleos.


Un poco más
Para dar algún dato más, es hermano de Tito Quintana, cantor de tangos y luego, representante artístico. Julio, por ejemplo, es tío de Danny Martín.
Una manera de que lo conozcan más, es dejar éste poema de su inspiración, que muestra al negro en plenitud de su forma de vida y pensamiento.

Morir por morir

Morir por morir quisiera
morirme en algún desierto
que me tapen las arenas
boca arriba, cara al cielo.
Que nadie llore mi muerte
que entre solo en el silencio
y me desangre en olvidos
sin lágrimas, ni lamentos.
Tal vez sí me gustaría
ser algo como es el viento
la nube o la calandria
la luna o el lucero.
Tal vez sí me gustaría
ser de un árbol alimento
para que otra vida gane
la vida que deja un muerto.
Tal vez sí me gustaría
trepar corazón adentro
por la sabia de un quebracho
y abrirme flor en el cielo.
Tal vez sí me gustaría
ser amo de mi silencio.
Nunca fui patrón de nada.
Suerte de peón me dio el tiempo
solo pido que me dejen mandar
en mi muerte, al menos.

Adjunto aquí, uno de los más bellos tangos que se le hayan escrito a Carlos Gardel.
Haga click en el título.

Don Carlos de Buenos Aires
Julio Gutiérrez Martín-Tito Quintana
Canta: Rubén Juárez - Roberto Grela

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